Vi el documental Burden of Dreams (1982) de Les Blank, que relata la caótica producción de Fitzcarraldo, una película de ficción dirigida por Werner Herzog y filmada en la selva amazónica.

Ambientada a principios del siglo XX, Fitzcarraldo narra la historia de un irlandés obsesionado con construir una ópera en Iquitos, un puerto colonial en medio de la selva peruana. Para financiar su proyecto, emprende una expedición para explotar el caucho en una zona inexplorada del Amazonas.

Dentro de su trama, Fitzcarraldo aborda el colonialismo desde distintos ángulos. Fitzcarraldo es un soñador, pero su sueño es absurdo y está basado en una visión explotadora del mundo. Los pueblos amazónicos, aunque no se presentan como protagonistas activos, terminan desmontando su proyecto de manera silenciosa. En retrospectiva, me parece una crítica sutil a la arrogancia del colonialismo europeo.

Desde mi punto de vista, el documental establece un paralelismo entre la filmación de la película y la propia narrativa de Fitzcarraldo. Por un lado, Herzog atesora la colaboración de los pueblos amazónicos, argumentando que era una de las últimas oportunidades para que se representaran a sí mismos en el cine, pues ya veía cómo la influencia occidental comenzaba a transformar su identidad.

Al mismo tiempo, Herzog reproduce la experiencia colonialista. Insistió en que los actores experimentaran de primera mano lo que era explorar la selva, al igual que sus personajes. Además, reunió a distintos grupos indígenas en un campamento para participar en la película, lo que representó un desafío para ellos, acostumbrados a vivir dispersos en la selva. Y, al fin y al cabo, la película es otra representación de los pueblos amazónicos a través de una producción europea.

Me encantó el documental porque retrata a Herzog en su estado más obstinado: hablando un español limitado, luchando contra la naturaleza y empeñado en hacer su película de la manera más auténtica posible, negándose a usar efectos especiales. La icónica escena del barco cruzando una montaña se logró con fuerza humana y mínima maquinaria, reafirmando su obsesión por la autenticidad.

A mi forma de verlo, el documental captura el espíritu de Fitzcarraldo: una búsqueda implacable por materializar una visión, sin importar los obstáculos.